domingo, 8 de abril de 2012

LA DESMEMORIA HISTÓRICA


LA DESMEMORIA HISTÓRICA

"En la versión cosmética de los personajes importantes  se olvida deliberadamente sus arrugas, sus imperfecciones y sus pústulas repugnantes que también forman parte de su pasado biográfico".

"Los del “botafumeiro” deben recordar que el olvido selectivo no es inocente".

J. Prats. Publicado en ESCUELA el 12 de Abril de 2012


En los últimos años han pasado a mejor vida José Antonio Samaranch, Manuel Fraga, y Fabián Estapé. Los tres estuvieron implicados al máximo nivel con la dictadura franquista. Ocuparon cargos de relevancia gozando de la confianza del dictador o de sus adláteres. Tras la muerte de Franco se adaptaron perfectamente a la nueva situación y no dejaron de ser, hasta el mismo día de su muerte, figuras de gran importancia en sus respectivos ámbitos.
  En los tres casos, su muerte se convirtió en un acontecimiento mediático repleto de exagerados elogios, de declaraciones altisonantes, de olvidos deseados y de mentiras. Es como si se hubieran esfumado en la memoria los gritos de “¡Fraga asesino!” tras la muerte de los obreros en  los sucesos de Vitoria en 1976; el “Samaranch fot el camp”  [“¡Samaranch, lárgate!”] entonado por los demócratas de todas las tendencias al final de su ocupación (en el sentido militar) del actual Palacio de la Generalitat; o “¡Estapé al carrer!” [“¡Estapé a la calle!”] coreado por los estudiantes contra el que llamaban “rector fascista”. Todo ello se ha olvidado en un claro ejemplo de desmemoria histórica.
Visto lo visto, he llegado a la conclusión que en este país no se hacen obituarios de los poderosos, simplemente se beatifican y, en algún caso, se canonizan directamente. No hay más que leer algunos párrafos aparecidos en la prensa escrita.  Fraga: “un adalid de la democracia”, Samaranch: “uno de los grandes hombres de la Historia de España en el siglo XX; y Fabián Estapé: “un espíritu independiente, auténtico demócrata y gran economista”.
Es seguro que  los méritos y servicios al estado que se citan son ciertos (aunque creo que exagerados); lo que pretendo decir es que esta versión cosmética de los personajes olvida deliberadamente sus arrugas, sus imperfecciones y sus pústulas repugnantes que también forman parte de su pasado biográfico. En los testimonios y reportajes televisivos se pasó de puntillas por la parte oscura de su trayectoria franquista. Para los “arregladores de cadáveres” (algunos periodistas, académicos y políticos) la participación en la dictadura se resumía en cuatro anécdotas o notas biográficas neutras; como si fuera tan normal en el franquismo que los ahora llamados “demócratas de toda la vida” fuesen: ministros, altos cargos en el equipo de temido y temible almirante Carrero Blanco, rectores de universidad, presidentes de la diputaciones, delegados de deportes, presidentes de la cajas de ahorro, etc.

Todavía recuerdo la pugna entre altos cargos del gobierno de Cataluña y un grupo de curas y acólitos, con sus roquetes, velones e inciensos, disputándose el féretro del finado Samaranch para recorrer en procesión los poco más de cien metros que distan del Palacio de la Generalitat de la Catedral de Barcelona. Todos querían llevar al muerto declarado por unos: “un español universal”, y por otros: “un catalán universal”. Eran las mismas calles y el mismo palacio que había recorrido el finado con camisa azul y correajes, la misma plaza que veía en los años cuarenta y cincuenta a la llamada “Brigada del Amanecer”, jóvenes falangistas liderados por Samaranch, inflados de soberbia, intimidando a los ciudadanos en una Barcelona derrotada, pobre y con miles de huidos, encarcelados o atemorizados.

Y que decir de “Don Manuel” (llamado así para denotar respeto y reconocimiento de autoridad), del que destacan su Ley de Prensa que sustituía la censura previa sin permitir, en absoluto, la libertad de expresión. Fraga fue el ministro portavoz que comunicó la ejecución del comunista Julián Grimau; en la rueda de prensa, llamó al fusilado “ese caballerete”. Fue parte del gobierno que envió a la cárcel y torturó a luchadores por la democracia (algunos amigos míos entre ellos). Su suerte histórica fue ser derrotado en la pugna interna que tuvo el grupo de falangistas reformistas,  del que Fraga formaba parte, con los ministros opusdeístas fieles a Carrero Blanco. Su expulsión del gobierno en 1968 y su estancia como embajador en Londres fue un interregno que le sirvió para reaparecer como demócrata reformista.

Fabián Estapé, reconocido catedrático de la Universidad de Barcelona, fue decano en 1962, se apuntó al sector del Opus Dei del Régimen, siendo el segundo del ministro López Rodó. Tenía su despacho sobre el del Almirante, “bestia parda” del tardofranquismo. Fue rector de la universidad en dos ocasiones, siempre nombrado a dedo por el gobierno de Franco. Todavía recuerdo la tortura y los años de cárcel de un buen amigo que se atrevió a ocupar el rectorado pidiendo libertad sin que el rector Estapé moviera un solo dedo a favor de él y de otros procesados. Respetado académico cuando algunos colegas suyos como José Mª Valverde (también de la UB), Tierno Galván y otros catedráticos fueron expulsados de la universidad por defender ideas democráticas. Comentó con algún colega que se lo tenían bien merecido.

Sin negar o dejar de valorar lo que de positivo han realizado estos señores, debe reconocerse que los taxidermistas de la memoria han hecho un buen trabajo. En los tres casos el país oficial se ha lanzado a la ceremonia de glorificar con delirio a estos epígonos de la dictadura, cerrando filas para ocultar la verdad. La memoria ha devenido desmemoria cuando no engaño. Los del “botafumeiro” deben recordar que el olvido selectivo no es inocente y tiene consecuencias, al menos morales. 

Joaquín Prats

5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo con tu artículo, Joaquín. Los arregladores de cadáveres han existido desde Sinuhé y nos pervivirán. De hecho, la historia que estudiamos (no la que se investiga o se profundiza) está hecha incluyendo estos "embalsamamientos". Los que como tú son conscientes del maquillaje, ya dan el aviso en el momento. En otros casos, se hará con estudios especializados posteriores. Pero actualmente la información ya no es un producto elaborado a conciencia (artesanalmente) és un producto de feria (se vende a gritos estentóreos) o de "bazar chino" (comprar y olvidar).

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  2. En temas de memoria histórica, a la izquierda le ha pasado lo mismo que en política económica: que nos hemos sumado al pensamiento único. Y luego nos quejamos de que la gente diga que todos los políticos son iguales. Gracias por recordarlo. Montse Ballarín.

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  3. Tens tota la raó, Ximo, però el fum no deixa veure-hi clar mai, i menys el del botafumeiro. Llàstima que un blog, ni que sigui tan prestigiós com el teu, no pugui contrarestar els homenatges de diaris i corporacions. Jo, de tota manera, tot i estant d'acord en la tria, faria una certa distinció a favor de l'Estapé, que, al menys a nivell acadèmic, ha deixat alguna cosa més que els altres dos. Potser és el coneixement personal... Me va sorprendre que se li fes un funeral a l'església de la Concepció, de les carques dins del carquisme dominant, a ell que era un menjacapellans... de boquilla, al menys. En veure l'urna amb les seves cendres no vaig poder deixar de pensar en allò de sic transit gloria mundi, ell tan alt i gros, que havia menjat i begut com un descosit, reduït a una polseta dins d'un gerro de sobretaula...

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  4. Toda la razón, pero el artículo sería más creíble si también incluyera a figuras de izquierdas, con tanto estalinista que pasa por adalid de las libertades. Preston nos ha dado un buen ejemplo con su biografía de Carillo.

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  5. José-Jorge Miralles2 de septiembre de 2013, 22:16

    Un artículo da de sí menos de lo que se necesitaría para desarrollar con más matices el tema que has traido, me parece. Pero le has sacado jugo, mucho jugo, Ximo. Cierto es que, hoy por hoy, nos envuelven de nuevo humaredas interesadas a favor de personajes de nuestro pasado de biografía tan discutible como José antonio Aguirre, Macià o el mismo Companys, por citar sólo a tres de los nombres que podríamos revisar para acompañar a los personajes que citas. El silencio, inocente o no, sigue acompañando a figuras como la de Joan Peiró, por ejemplo.
    Y me inquieta pensar en el contenido acrítico de tantas cuartillas y pendrives que deben de estar ya a rebosar esperando ver la luz en cuanto cierren definitivamente los ojos, "caballeretes" como el "Patriarca" Pujol, Arzallus, o Juan Carlos, por ejemplo.
    Nuestra guerra civil fue un drama y un espanto del que aún no parecemos recuperados como sociedad. No encuentro, lo que no significa que no existan, pero a mí no me suenan, nombres ilustres en nuestro mundo académico, o en nuestra política o en el ámbito sindical o en el mundo empresarial, con el coraje, con la dignidad, ni con la proyección que tuvo el fogoso vizcaíno que fue Miguel de Unamuno, puestos de manifiesto en el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Y, recordémoslo una vez más, Unamuno no estaba en el campo republicano en aquellos aciagos días; sería por algo más que por casualidad. ¿O no?

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