CONFERIMIENTO DE LA DISTINCIÓN DE DOCTOR HONORIS CAUSA AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, DR. RAFAEL CORREA DELGADO.
UNIVERSIDAD DE BARCELONA
LAUDATIO en relación a la educación en Ecuador pronunciada por el profesor Joaquín Prats (23 de abril de 2014).
Vídeo con la Laudatio. Incluye el inicio del acto y el momento en el que el rector de la Universidad de Barcelona le confiere a Rafael Correa el título de doctor Honoris Causa
Enlace en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=BMU9KXFbdKY&noredirect=1
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Cuando me dirijo a los responsables políticos insisto en que el futuro del cualquier país es el presente de su educación. Y que tal como se configure esa educación se determinará la calidad democrática de su sociedad, su cohesión social y el progreso de su economía. Si es como digo, la inversión en el sistema educativo, y el acierto en dirigirlo, es una pieza clave del porvenir.
Estoy plenamente convencido que, los últimos años, Ecuador ha elegido el
camino más fructífero para afrontar con éxito su futuro: hacer de su
sistema educativo la prioridad política número uno pensando, como
señalaba Jacques Delors, que “Frente a los numerosos desafíos del
porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la
humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia
social. (…)(…) y para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las
incomprensiones, y las opresiones, (…).” [Delors, “La Educación Encierra un tesoro” (1996)]
En los primeros años de la década anterior, Ecuador se caracterizaba por
un bajo nivel de acceso al sistema educativo y una gran falta de equidad
en el mismo. Las condiciones para la universalización del derecho a la
educación eran difíciles por su deficiente y escaso equipamiento en
infraestructuras, por una baja calidad en la acción educativa, por una
financiación claramente insuficiente y por un marco legal divorciado de las
necesidades de la población. Como en otros países de la región, el sistema
estaba claramente dualizado con una serie de centros minoritarios destinados a las elites y una gran masa de escuelas (generalmente públicas) infradotadas en recursos humanos y materiales. A ello se sumaba un porcentaje elevado de alumnos menores de 14 años no escolarizados (30%).
Las universidades, formando un cuerpo autónomo no controlado por los
poderes públicos, recogían una minoría de la población y su nivel de calidad y de actualización científica, salvo algunas excepciones, estaba muy alejada de las mejores de los países más avanzados del área latinoamericana.
Si a todo ello sumamos una tasa muy alta de analfabetismo funcional que
afectaba a los sectores más vulnerables de la población, se puede concluir
que Ecuador tenía un mal sistema educativo y unas perspectivas escasas
de crecimiento social, cultural y económico, al no contar con una de las
piezas fundamentales del progreso y la cohesión social que es un sistema
educativo universal, equitativo y eficiente.
En menos de ocho años se ha llevado a cabo una acción política, que ha tenido como consecuencia una de las transformaciones educativas más
destacadas de las que conocemos. Probablemente, este cambio será objeto de análisis y ejemplo de lo que puede considerarse una labor decidida en un país emergente, con planes de desarrollo económico, justicia social e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.
Los indicadores de recursos, de procesos, de escolarización, de resultados
y de contexto, demuestran que la radicalidad de los cambios y la velocidad
con la que se están produciendo son extraordinarios. El segundo Objetivo
del Desarrollo del Milenio, referido a la educación, aprobado por las Naciones Unidas y que debía cumplirse el año próximo, está ya
sobradamente alcanzado en la República del Ecuador. En este periodo se
han realizado también las reformas normativas que garantizan la educación como valor social y derecho universal.
Son muchos los datos que se podrían ofrecer para sustentar estas afirmaciones; en aras a la brevedad citaré algunos que considero
suficientemente explícitos:
1. En la Constitución de 2008 se establece que la educación es condición
necesaria para la igualdad de oportunidades y para alcanzar la sociedad bienestar. El derecho a la educación, no puede ser un privilegio de unos cuantos, sino “un derecho de las personas a lo largo de su vida”, por lo tanto “un deber ineludible e inexcusable del Estado”, y “un área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal” (así se establece en el Art. 26 de la Constitución). De todo lo anterior se infiere que la educación debe responder “al interés público” y no debe estar “al servicio de intereses individuales y corporativos” o mercantiles (Art. 28).
Por ello la propia Constitución establece un límite mínimo que supone
dedicar a estos fines un 6% del PIB, porcentaje que probablemente se
conseguirá muy próximamente. Esta asignación de recursos que se
establece en el texto constitucional no es un mero brindis al sol como
demuestra el constante aumento del presupuesto educativo, que se ha
cuadriplicado, digo cuadriplicado, de manera efectiva en tan sólo siete
años.
2. Se ha garantizado la gratuidad, universalidad y laicidad de la educación pública. Las tasas de escolarización ha aumentado de manera vertiginosa. En la educación básica ha crecido en siete años más de diez puntos. Es una noticia extraordinaria el que los principios de gratuidad y universalidad de la educación básica son ya una realidad en el Ecuador.
En los años anteriores a 2007, los estudiantes cuyas familias no podían
cubrir el costo de la matrícula, los uniformes escolares o los libros de
texto quedaban de facto excluidos del sistema educativo. Actualmente,
se ha conseguido la gratuidad de la educación pública mediante la
eliminación de la matrícula y la entrega de recursos para eliminar
barreras de acceso a la educación. También se han implementado
ayudas cuantiosas de comedor escolar que abarcan a un porcentaje
elevado de niños de familias con dificultades.
En el bachillerato el incremento está siendo ya un hecho significativo
con porcentajes altos de escolarización en relación a los países de la
región (pasando de un 36% a un 59%). Así mismo, se ha invertido
mucho en construir (CIBV) Centros Infantiles del Buen Vivir centros de
atención integral (no solo educativa) para niños de 0 a 3 años y una red
de escuelas infantiles. Se propone expandir la formación profesional
con institutos técnicos que, según mi opinión, son tan decisivos o más
para el progreso económico que la mejora del sistema universitario.
3. Se ha aplicado un programa de educación para adultos que ya ha
tenido sus logros: En cinco años la tasa de analfabetismo ha pasado de
6,8% a 4,0%, con 278.742 personas alfabetizadas. Cifra record en este
tipo de programas.
4. El aumento extraordinario de la población escolar ha supuesto una
inversión espectacular en infraestructuras escolares (escuelas,
institutos y sedes administrativas). La inversión se ha sextuplicado en
el periodo 2008‐2012 respecto al quinquenio anterior. La red de
escuelas de titularidad pública ha crecido de manera significativa.
5. Está siendo un objetivo prioritario la revalorización de la profesión
docente superando las deficiencias en la formación inicial y mejorando
de manera muy destacada las condiciones laborales (los salarios de
profesores se han más que duplicado y se ha creado un sistema de
formación continua). Ello ha supuesto reformular la carrera profesional, los sistemas de formación inicial y continua y los procedimientos de selección. Un hecho destacado es la creación de una gran universidad de formación del profesorado (UNAE) con un planteamiento ambicioso y dotada de los recursos necesarios para tan importante función.
6. La educación superior ha experimentado un fuerte cambio en programas de calidad y de evaluación externa. Ello ha supuesto la clausura de catorce universidades de ínfima calidad (la denominadas universidades de garaje que tanto han proliferado en las épocas de gobiernos neoliberales en muchos países latinoamericanos) y la apertura de programas para incrementar la exigencia y la calidad de la formación. Ello ha conllevado el aumentar sensiblemente los salarios del profesorado universitario y una política de captación de profesores competentes de otros países.
En la estrategia de crear una economía del conocimiento se ha iniciado
una potente política de becas para la realización de masters y doctorados en universidades de calidad extranjeras. Si en el año 2006 menos de 250 estudiantes ecuatorianos habían sido becados por el gobierno para ampliar estudios, esta cifra es actualmente de unos 8000 que cursan sus estudios superiores en las buenas universidades del mundo.
Junto a todo ello hay que valorar la apuesta por la investigación y el
conocimiento con la creación de cuatro universidades especializadas
de la que una, la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental, Yachay, tendrá como rector a un colega de nuestra universidad.
Pero debe decirse que solamente con cobertura, infraestructuras y
presupuestos no se cambia un sistema educativo, es necesario una
estrategia, un discurso y una férrea voluntad política para hacerlo.
El cambio vertiginoso de la educación de un país es posible.
No se debe caer en el determinismo social que establecen las valoraciones de los técnicos de la OCDE. Veamos un ejemplo de lo contrario al determinismo.
A inicios de los años setenta un país del Asia Pacífico, que hoy encabeza
los rankings de rendimiento escolar, ocupaba el puesto 24 en el porcentaje de personas con estudios secundarios postobligatorios (España estaba en esos años en el puesto 27, siendo Estados Unidos el primero). Treinta años después este país tiene más del noventa por cien de su población con este nivel de estudios postobligatorios. Es el primero del mundo siendo, Estados Unidos ahora es séptimo y España continua casi en la misma posición: el que hace veinticinco. No ha sido un milagro, ha sido una apuesta estratégica debida, como señalan los informes del autraliano Grattan Institut, a tres factores, ademas de un mínimo de recursos finacieros: la exigente formación del profesorado; la supervisión y permanente evaluación de los profesores y los rendimientos escolares; y, en tercer lugar, a los incentivos que reciben los docentes para la innovación y la investigación didáctica. Por lo que sabemos, estas son algunas de las prioridades de la revolución educativa que se está dando en Ecuador.
Hay estudios que avalan el cambio social y educativo que ha impulsado el
mandato del presidente Rafael Correa. En la auditoria dirigida por Wilian
Black en la que se comparan países con recursos petrolíferos, Ecuador es
el que mejores resultados ofrece en materia social y educativa. En el informe sobre el Desarrollo Humano, Ecuador destaca como uno de los
tres países que más han avanzado en equidad y sociedad del bienestar
(del Buen Vivir como se llama allí).
Son muchos los testimonios de analistas y académicos que lo han visitado.
Hace pocos días escuche la valoración tan positiva sobre los cambios en
Ecuador del Dr. Scott Strobell, catedrático de biofísica de la Universidad
de Yale. Mi propia experiencia, realizada en el marco de un trabajo de
investigación sobre rendimientos escolares de alumnos ecuatorianos en
España y en su país, nos ha permitido entrar y conocer directamente
escuelas quiteñas y analizar in situ el cambio positivo que se está
produciendo.
Pero el camino está en sus inicios, pese a los extraordinarios resultados ya
obtenidos. El Dr. Rafael Correa y sus gobiernos están haciendo lo que
desde esta universidad, que hoy lo dignificará con el título de Doctor Honoris Causa, hemos defendido en múltiples ocasiones: una educación al servicio de la sociedad, de toda la sociedad, donde superemos el concepto de igualdad de oportunidades por el mucho más equitativo principio de igualdad de expectativas.
Para ello, junto con las reformas educacionales y para que estas sean
fructíferas se debe conseguir la superación de las desigualdades sociales, tan extremas en muchos países latinoamericanos. Sobre esta cuestión, crucial y necesaria, quiero acabar con unas palabras que el Dr. Rafael Correa, pronunció el 7 de diciembre ante ocho mil estudiantes de todos los continentes: “La superación de la pobreza es el mayor imperativo
moral que tiene el Planeta, ya que por primera vez en la historia de la
humanidad, la pobreza no es fruto de la escasez de recursos, de factores
naturales, sino que es fruto de sistemas injustos y excluyentes”.
Por luchar contra la desigualdad, por llevar la educación a todos los
ecuatorianos con independencia de su origen o de su riqueza, por el
camino elegido para hacerlo, y por otros méritos es por lo que la
Universidad de Barcelona se siente complacida en considerarlo como uno
de sus doctores ad honorem.
Muchas gracias
Joaquín Prats ( jprats@ub.edu )
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