“La Historia, en su máxima integridad epistemológica, tiene un alto poder formativo”
Hace cuatro años, más de doscientos profesores de historia e
investigadores de su didáctica elaboraron un manifiesto en defensa de la
historia como pieza fundamental en la educación de niños y jóvenes. Pretendían
salir al paso de la oleada conservadora, apoyada por algunos ingenuos
postmodernistas del ámbito educativo, de retirar la historia de los currículos
escolares. Ha sido así en los últimos
años y continua siendo, como es el caso de los proyectos del gobierno tory encabezado por David Cameron o del
felizmente defenestrado Silvio Berlusconi. En los planes de estudio de
educación secundaria obligatoria (ESO) se
la intentó diluir, con poco éxito, en unas inconsistentes Ciencias Sociales;
pero en la educación primaria ya ha perdido toda su identidad como materia
educativa al difuminarse en un área llamada “conocimiento del medio”.
Las causas de esta tendencia son variadas: una de ellas es
el declive general de las humanidades en todos los niveles de la enseñanza, auspiciada
por las organizaciones económicas internacionales y por los gobernantes que
buscan resultados más ligados a las llamadas competencias y a la utilidad
práctica de los aprendizajes. Otra, más interna a la educación, es el trasladar
a la escuela las insatisfacciones y los problemas que la sociedad no sabe
solucionar. La ingenuidad pedagógica de pensar, que tratar estos temas en los
niveles escolares los estigmatiza y los neutraliza para el futuro ha hecho que,
lo que es fruto de la imprecisión y del no consenso en las distintas ciencias
sociales sean núcleos de aprendizaje curricular. Esta orientación orilla a disciplinas
como la Historia que sirven de inútil sazonador para salpimentar los temas de
actualidad. Algunos lo justifican diciendo que los problemas actuales son más
motivadores para niños y jóvenes. Todo lo contrario de lo que nos demuestra la
investigación en didáctica de la historia.
Frente a estas tendencias, es posible afirmar que la
Historia, en su máxima integridad epistemológica, tiene un alto poder formativo. No enseña
cuáles son las causas de los problemas actuales, pero muestra el funcionamiento
de la sociedad en el pasado y es un inmejorable laboratorio de análisis social.
A principios del siglo XXI, la historia es una disciplina multidimensional, la
ciencia que analiza mejor la complejidad social. Su valor formativo radica en
sus posibilidades en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que ayuda a una
mejor comprensión del presente, contribuye a desarrollar las facultades
intelectuales, enriquece otros temas del currículum y estimula las aficiones hacia
el disfrute de la cultura y el patrimonio. Todo ello potenciando al máximo la
sensibilidad hacia los temas sociales y formando a personas con criterio para participar,
de manera ejemplar, en una sociedad democrática.
La visión que debe trasladarse a los escolares es que la
Historia no es una verdad acabada o una serie de datos que tienen que aprender
de memoria. Es imprescindible que se enseñe incorporando toda su coherencia
metodológica interna, de tal forma que ofrezcan las claves para acercarse a su
estructura como conocimiento científico del pasado. Tan sólo es posible esta
orientación si la Historia es considerada, también a nivel escolar, como
disciplina científica. El alumnado deberá descubrir que el conocimiento
histórico está sometido al sentido crítico y a la racionalidad como cualquier
otra ciencia; Pierre Vilar nos decía que nos ayudará a pensar mejor, “a pensar
históricamente”. En este sentido constituye un medio válido para aprender a
realizar análisis sociales que integren muchas de las dimensiones
epistemológicas procedentes de otras ciencias, lo que permite a la vez,
estructurarlas con rigor.Como señala C.A. Trepat, hay que seguir defendiendo la presencia clara de la Historia, tanto en la etapa primaria, como en la secundaria ya que presupone un aprendizaje integrado de diversas disciplinas. Edgar Morin la caracteriza de ciencia multidimensional, que ha pasado a ser poliscópica, es decir, de múltiples miradas. En efecto: el conocimiento histórico moviliza y estructura progresivamente la geografía, la economía, la sociología, la política, el arte y otras disciplinas.
Pero hay que recordar que no es posible llegar a desarrollar
todo el poder educativo e instructivo de la Historia sin una clara potenciación
de la innovación y la investigación en nuevos métodos didácticos, camino
imprescindible para acercarla a los estudiantes de todas las edades. También es
necesario actualizar sus contenidos para que las nuevas corrientes de la
investigación histórica se incorporen progresivamente a los programas escolares,
propiciando un debate historiográfico y didáctico constante -sin interferencias
ocasionales de políticos y profesionales de la tertulia- para una adecuada elaboración
de los contenidos educativos. Defiendo,
por todo ello, que la historia sea una materia que ocupe un lugar importante en
el currículo educativo, desde el inicio de la educación primaria hasta la
universidad.
Estas ideas, contenidas en el manifiesto citado, son hoy más
necesarias que nunca. En un tiempo en que el conocimiento se diluye ante la
falsa contradicción: instrucción-educación, la historia es cada vez más
necesaria para formar personas con criterio y con una visión fundamentada;
formación muy necesaria para vivir en un mundo desbocado y lleno de
incertidumbres.
Joaquín Prats
¡Muy bien, muy interesante!
ResponderEliminarYo añadiría que una parte de la decadencia de la historia como asignatura obedece a la crisis del Estado-nación, que en el siglo XIX la integró en el currículum escolar para formar la conciencia nacional de los ciudadanos. Pero ahora el Estado dispone de aparatos ideológicos más potentes (los medios de comunicación, el deporte...) y más eficientes.
Este "pecado original" de la historia como materia curricular frena su contribución a la formación de una conciencia supra-nacional, europea. ¿Para cuando una historia escolar de Europa? ¿Cuándo los escolares noruegos, checos, alemanes, italianos o británicos podrán estudiar una misma historia europea? ¿Cuándo los jóvenes alemanes podrán estudiar que Grecia no es un país de vagos, sino la cuna de la civilización europea?
J. Estruch
La historia de México, no parece ser la misama de España o Estados Unidos, paises con los que ha habido contactos más directos. Recientemente ha sido modificado el Plan de Estudios, pero parecen
ResponderEliminarestar mas arraigadas las practicas tradicionales que la materia en sí.
Pero se debe tener en claro cuál es la formación que se persigue.