¿Funciona el sistema universitario?
Joaquín Prats. LA VANGUARDIA 8 de enero de 2013
Cuando aparece un ranking global sobre
enseñanza superior, los periódicos
ofrecen titulares con valoraciones a menudo negativas sobre la calidad y la eficiencia
de nuestras universidades, ya que sólo tienen en cuenta la posición de los
centros en estas particulares “ligas”. Pero si tomamos en consideración indicadores
estandarizados, el diagnostico no concuerda con estas valoraciones.
El sistema universitario es uno
de los ejemplos más destacados de crecimiento y desarrollo de las instituciones
formativas en los últimos treinta años. De atender a un sector minoritario de
la población, con una raquítica estructura investigadora y con un profesorado
escaso, se ha pasado a un sistema que, pese a sus deficiencias y problemas, se
puede considerar homologable al resto de los países europeos.
En estas décadas se ha mas que
duplicado el numero de universidades (de 33 a 70) y de estudiantes (de 645.000
a 1.400.000), y ello sin graves distorsiones. Actualmente, la tasa de entrada
de jóvenes a los 18 años es del 46%, menos que la media de los países de la
OCDE, pero ya una cifra muy aceptable.
La universidad española es barata
y tiene un grado elevado de eficiencia. Como demuestra el rector Francesc X.
Grau (URV), la formación de un estudiante universitario cuesta al erario público
mucho menos que lo que se invierte en países cercanos. Pese a que la inversión
pública está a la cola de los países de la UE-15, el nivel de productividad
científica, las tasas de graduación y la consiguiente inserción laboral son
globalmente satisfactorias.
En relación a la investigación,
España está en el noveno lugar del mundo produciendo el 3% de los resultados
con un nivel de impacto superior en un 16% a la media mundial. De ésta
producción, más de un 74% se realiza en la universidad. Pese a la escasa
inversión pública y la todavía menor inversión privada, el nivel de captación
de recursos en contratos y en convocatorias competitivas es muy destacado.
Podría seguir enumerando
elementos que describen el sistema universitario y también listando
deficiencias, insatisfacciones y problemas, que los hay. Pero lo importante es
huir de los maximalismos y de las burdas interpretaciones. Es positivo comparar las instituciones, pero
sería muy aconsejable hacerlo considerando los factores internos y
contextuales. El
sistema está cambiando y tiene retos que alcanzar, pero nunca tuvimos algo
mejor que augure, con la ayuda de las administraciones, un futuro tan prometedor.
Joaquim Prats
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