DEFENDAMOS LA HISTORIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Debemos salir al paso de la oleada conservadora, apoyada por
algunos ingenuos postmodernistas del ámbito educativo, de retirar la historia
de los currículos escolares. Ha sido así
en los últimos años y continúa siendo. Las causas de esta tendencia son variadas:
una de ellas es el declive general de las humanidades en todos los niveles de
la enseñanza, auspiciada por las organizaciones económicas internacionales y
por los gobernantes que buscan resultados más ligados a las llamadas
competencias y a la utili
Frente a estas tendencias, es posible afirmar que la
Historia, en su máxima integridad epistemológica, tiene un alto poder
formativo. No enseña cuáles son las causas de los problemas actuales, pero
muestra el funcionamiento de la sociedad en el pasado y es un inmejorable
laboratorio de análisis social. A principios del siglo XXI, la historia es una
disciplina multidimensional, la ciencia que analiza mejor la complejidad social.
Su valor formativo radica en sus posibilidades en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya que ayuda a una mejor comprensión del presente,
contribuye a desarrollar las facultades intelectuales, enriquece otros temas
del currículum y estimula las aficiones hacia el disfrute de la cultura y el
patrimonio. Todo ello potenciando al máximo la sensibilidad hacia los temas
sociales y formando a personas con criterio para participar, de manera ejemplar,
en una sociedad democrática.
La visión que debe trasladarse a los escolares es que la
Historia no es una verdad acabada o una serie de datos que tienen que aprender
de memoria. Es imprescindible que se enseñe incorporando toda su coherencia
metodológica interna, de tal forma que ofrezcan las claves para acercarse a su
estructura como conocimiento científico del pasado. El alumnado deberá
descubrir que el conocimiento histórico está sometido al sentido crítico y a la
racionalidad como cualquier otra ciencia. En este sentido constituye un medio
válido para aprender a realizar análisis sociales que integren muchas de las
dimensiones epistemológicas procedentes de otras ciencias, lo que permite a la
vez, estructurarlas con rigor.
Pero hay que recordar que no es posible llegar a desarrollar todo el poder educativo e instructivo de la Historia sin una clara potenciación de la innovación y la investigación en nuevos métodos didácticos, camino imprescindible para acercarla a los estudiantes de todas las edades. También es necesario actualizar sus contenidos para que las nuevas corrientes de la investigación histórica se incorporen progresivamente a los programas escolares, propiciando un debate historiográfico y didáctico constante.
Defiendo, por todo
ello, que la historia sea una materia que ocupe un lugar importante en el
currículo educativo, desde el inicio de la educación primaria, hasta la
universidad.
Joaquín Prats
Escrito para el Simposio que se celebrará en la UFP de Curitiba, Brasil, en marzo de 2021