- Primero,
que los editores (y el público) esperan que el primer firmante
sea la persona que ha llevado a cabo las mayores contribuciones
al artículo, y así sucesivamente.
- Segundo,
que en caso de no seguir la anterior convención, se considera una buena
práctica pactarpreviamente el orden de la firma con los
autores (por ejemplo, si se propone seguir el orden alfabético de
apellidos, la categoría profesional de los firmantes, etc.) para evitar
después malentendidos y disputas.
A partir de aquí, vamos a considerar algunas
cuestiones más para poder entender el significado del orden de firma.
Para ello, nos limitaremos al primer caso: aquel en el cual firma primero el
autor que ha realizado la contribución más importante.
Para entender esta situación, a su vez, necesitamos
establecer una diferencia. la que hay entre el perfil del investigador y
la contribución de cada autor. No tenerla en cuenta es la
principal fuente de problemas. La diferenciación que necesitamos establecer es
la siguiente:
- Investigador más importante. Es decir,
¿quién es el autor, al que llamaremos autor A, más
importante atendiendo a su currículum o trayectoria?
- Contribución más importante. Es decir,
¿quién es el autor, al que llamaremos autor B, que ha
realizado la mayor contribución?
El punto esencial aquí es el siguiente: lo que
nos dicen las COPE (y esperan los editores) es que el primer firmante sea el
autor B, no el A. Pueden coincidir o no, es decir, el más
importante como contribución puede ser el más importante como
investigador, por tanto, el autor A y el autor B pueden ser la misma persona;
pero, ¿y si no coinciden? Entonces, repitamos la idea: lo que los editores esperan
es que el primer firmante sea el autor con la contribución más
importante, a saber, el que ha realizado la mayor parte del trabajo, no
el investigador más importante.
Para poner un ejemplo muy claro, en un artículo con
tres firmantes, el último de ellos puede ser el director del grupo de
investigación o del laboratorio, el segundo un investigador senior y
el primero un investigador predoctoral.
La razón es que la mayor parte del
trabajo la habrá hecho el estudiante de doctorado como parte de su tesis
doctoral, por eso firma primero; pero usando el enfoque y supervisión de
su director de tesis que por eso también firma, aunque sea el último. Y para el análisis de
los datos, pidieron ayuda a un investigador experimentado que
aportó tales cosas y además es el que más se implicó en la edición después del
doctorando, de modo que por eso firma el segundo.
Conclusiones
Los investigadores júnior o los doctorandos no deben
sentirse extrañados de que sus directores de tesis o sus supervisores esperen
firmar con ellos los artículos, aunque la mayor parte del trabajo no la hayan
realizado sus directores o sus supervisores. La razón es que habrán
hecho aportaciones sustanciales al enfoque aportándoles las metodologías, por
ejemplo, y se supone que les habrán ayudado de una forma crítica en
la edición del artículo. Dos cosas sin las cuales sabemos que es muy difícil
que un autor júnior o pre doctoral consiga publicar por primera vez en una
revista de alto impacto.
Por otro lado, los directores de tesis o los
supervisores no deben sentirse extrañados ni ofendidos por aparecer en último lugar,
porque el lugar de la autoría no presupone importancia como investigador, sino
grado de dedicación al mismo. Un premio Nobel puede firmar el último en un
artículo cuyos primeros firmantes sean estudiantes de doctorado. Y aunque sin
su apoyo seguramente ese artículo no hubiera superado la primera evaluación
editorial, lo cierto es que la mayor parte del trabajo la han hecho sus doctorandos
o pupilos, y sin ese trabajo ese artículo seguramente tampoco existiría. De
hecho, lo “normal” en una carrera académica de éxito es que la firma de su
dueño se vaya desplazando hacia la derecha.
Es más, las últimas disposiciones de nuestro país sobre
evaluación de la actividad investigadora (ver anexo) iguala en relevancia de
forma implícita, y en algunos casos de forma explícita, la primera
y la última posición de firma como las dos más relevantes,
añadiendo en la misma relevancia el rol de autor de correspondencia (el autor
que ha llevado la relación con la revista y los evaluadores).
Advertencias
1. Todo lo dicho aquí,
incluyendo aspectos éticos y pragmáticos, forma parte de la dimensión normativa,
aunque sea en el sentido (más débil) de normativa entendida como buena
práctica. No pretendemos haber hecho una radiografía de cómo funcionan de
facto los departamentos universitarios. No nos comprometemos con esto,
porque es otra cosa. Una cosa es el nivel normativo, otra el descriptivo. El
primero puede ser genial, y el segundo penoso. Pero sin lo primero, ni siquiera
podríamos denunciar lo que no nos guste de lo segundo, si es que supiéramos de
casos en los que la diferencia merece algún tipo de denuncia.
2. Hemos dicho al inicio
que el dictum “¡publica o perece!” (del inglés publish
or perish!) es triste porque muchas veces carece de matices. También porque
está generando una industria indeseable de editoriales depredadoras. En cambio,
si el principio de valorar una carrera académica con base en publicaciones se
toma de forma prudente, entonces resulta hasta sabio. El problema es cuando las
agencias de evaluación parecen incapaces de ver otras aportaciones
para acreditar una carrera académica, como los libros; no digamos otra clase de
obra no bibliográfica, como obra artística, incluso de nivel internacional.
Parece que algunas están en ello, pero todo va muy lento.
Anexo: Evaluaciones,
número de autores y posición de firma
A continuación, se presenta un resumen de las
menciones al número de autores y posición de firma en la Resolución de 30 de
noviembre de 2016, de la Comisión Nacional Evaluadora de la
Actividad Investigadora, por la que se publican los criterios específicos
aprobados para cada uno de los campos de evaluación (www.boe.es >BOE-A-2016-11189).
Presentamos tales menciones por especialidades
académicas, tal como aparecen en la Resolución (hemos hecho un “copiar y
enganchar” de los aspectos relevantes). La primera mención es general, por
tanto, válida para todos los campos.
En algunos casos se añaden comentarios personales.
PARA TODOS LOS CAMPOS
Para que una aportación sea considerada, el solicitante deberá haber
participado activamente en los trabajos que le dieron origen, como director o
ejecutor del trabajo, y concretando su aportación específica a los mismos en
los casos de multiautoría.
Cómo se puede ver, de modo general se aceptan para
evaluación de la actividad investigadora trabajos de autoría múltiple.
Además, se acepta con carácter general que la coautoría puede basarse en
diferentes roles: como ejecutor o como director del trabajo, y por tanto, se
acepta aunque no sea el primer firmante; de hecho si se acepta el rol de
director, sería esperable que en este caso sea el último firmante, aunque
esto lo añadimos nosotros.
Ciencias sociales, Políticas, del
Comportamiento y de la Educación
El número de autores de una aportación deberá estar justificado por el
tema, su complejidad y su extensión.
Ciencias económicas
Salvo que estuviera plenamente justificado por la complejidad del tema y la
extensión del trabajo, un elevado número de autores puede reducir la
calificación asignada a una aportación.
Derecho y Jurisprudencia
El número de autores de una aportación deberá estar justificado por el
tema, su complejidad y su extensión.
Historia, Geografía y Artes
Salvo que estuviera plenamente justificado por la complejidad del tema y la
extensión del trabajo, un elevado número de autores puede reducir la
calificación asignada a una aportación.
Filosofía, Filología y Lingüística
Salvo que estuviera plenamente justificado por la complejidad del tema, las
exigencias metodológicas y la extensión del trabajo, un elevado número de
autores puede
reducir la calificación asignada a una aportación.